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13/4/10

DALILA



El olor de sus pasos de agua
Sobrevino en la alfombra
Un suspiro que se agita
Es su nombre que se nombra
Su figura de esfinge dormida
Su propileo...donde asidas dos columnas blancas
Sostienen el templo eterno

¡Hay de mi noche callada, si no gritas!
¡Hay de mi voz ahogada en llanto, que no cesa!
¡Hay poeta que despierta en madrugadas y cenizas,
Por el ruego y el vaivén de las maderas!

El olor de rosas del campo
El color de las piedras malditas
El templo que cae a pedazos...
¡Hay poema Mio, sansón de Dalila!
Que por traición a los cabellos
Los ojos llevo sangrando
Ya no volverás a jugar por mi jardín
Ni Zeus escuchara tus plegarias,
Morirás, entre las ruinas de mi desgracia

¡Hay del día en que me traicionaste
Que el alma vendiste por otra carne!
¡Hay del día que asesinaste,
El amor Mio, por un beso
¡Que tú madera, cruja en otra hoguera
Que arda en otro fuego!
Dalila de mi poema...
Por esa traición tuya,
Mi verso esta ciego

1 comentario:

Germán Hernández dijo...

Son recurrentes los tópicos bíblicos... eso me gusta, es por afinidad. Y algo atrevido en nuestro secular medio literario donde lo correcto es lo opuesto.

El cierre del poema es de lujo, sencillo y directo...

Habla un Sansón lleno de despecho, que no comprende el sacrificio y la lealtad de Dalila por su pueblo, y su derecho de afirmarse en el mundo.